Las dos horas mientras esperaba en el aeropuerto fueron terribles, recordaba todo lo que viví en mi estadía en Argentina y no quería regresar a Colombia. Este fue quizás uno de los mayores choques que he tenido en mi vida.
El arranque
Terminaba el mes de mayo de 2019 cuando fui notificado, como estudiante del TdeA, de la aprobación de mi pasantía académica en la Universidad Nacional de Luján en Argentina. Lo primero que pensé fue: “Dios, ¿de dónde voy a sacar el dinero suficiente para hacerlo?”. Corrí a contarle la noticia a mis papás y ellos decidieron financiarme el viaje. Conté, además, con la fortuna de ser becado por ambas universidades para cubrir los gastos de traslado y estadía en el país.
El vuelo se programó para el 7 de agosto en la noche. No se imaginan el anhelo y ansiedad que tenía mientras contaba cada día. Luego del abordaje me sudaban frío las manos, era la segunda vez que montaba en avión, pero esta vez en un recorrido de unas 4 horas y media. Intenté calmarme hasta tal punto que me quedé dormido, solo recuerdo que cuando abrí mis ojos ya habíamos llegado al Aeropuerto Internacional de Buenos Aires. Tomé mi maleta y salí a buscar, tal como sucede en las películas, a las personas que me esperaban sosteniendo un cartel en sus manos.
De cara al mundo
Del aeropuerto a la casa tardamos cerca de una hora. Jamás imaginé que al llegar me estamparían un beso en la cara, mucho menos que sería de parte del dueño del lugar; me sonrojé, reímos y entendí que en ese instante comenzaba toda una aventura que hasta tal punto no había concebido. La estadía en la casa era por habitaciones, cada uno tenía múltiples comodidades al interior de ella. Vivíamos allí estudiantes de intercambio de Colombia, México, Brasil, España, Portugal y Japón. Ya se imaginarán lo complejo de la adaptación a los espacios comunes, aunque como mencioné cada uno tenía su lugar en la habitación. Lo más complejo era que muchos de ellos no hablaban español, di gracias a Dios que domino bien el inglés, de lo contrario me hubiera tocado hacerles señales, hasta chistoso hubiera sido. Abono que durante el tiempo que estuvimos allá compartimos la mesa con los platos típicos de cada país, lo único que recuerdo son las caras graciosas que cada uno hacía.
En la universidad todo marchó bien, casi repruebo un curso, pero al final lo aprobé. La metodología allá es compleja, pues la evaluación se realiza mediante dos exámenes que suman la nota final, ya que no se sacan notas de seguimiento durante el semestre como acá. ¿Qué decir de los profesores?... Son muy cercanos al estudiante, pues comparten comida, transporte, conversaciones inusuales, entre otras muchas cosas. Los compañeros de aula también fueron muy cercanos, en toda ocasión querían conocer de primera mano los estilos de vida fuera de su país natal. Más que lo académico, disfruté bastante esto que mencionaba. El semestre terminó en noviembre.
Diciembre fue un mes de ensueño, como tenía más tiempo libre, aproveché para recorrer la ciudad. Me sentía como una hormiga en medio de semejantes lugares, de seguro todo lo que viví allá me cambió la vida. Incluso viajé a Brasil, Uruguay y Paraguay antes de regresar a Colombia, no crean pues que soy millonario, pero viajar en avión desde Argentina es muy económico, más barato que en un bondi -o sea el bus-.
Realmente todo allá es de bajo costo, puede ser por la devaluación de su moneda. La leche por ejemplo costaba 35 pesos, es decir unos 1.200 pesos colombianos. Eso sí que fue difícil para mí, la conversión de la moneda era un dolor de cabeza, solo tengo por decir que yo les mostraba a los vendedores el dinero que tenía y ellos tomaban lo que se supone costaba el producto o servicio, entonces si me robaron ni por enterado estuve. En cuestión gastronómica no tengo mucho por resaltar, Colombia tiene una gran variedad en sus comidas; es típico en Argentina la comida italiana, hasta los nombres de ellos tienen ese origen, es un país sinceramente muy al estilo europeo. Aunque no conozco a Europa, hago la aclaración.
Nada dura para siempre
El regreso a Colombia fue el 27 de diciembre en la mañana, fue lo más triste para mí. Todas las ilusiones y anhelos que llevaba al iniciar al viaje llegaban a su final. Las dos horas mientras esperaba en el aeropuerto fueron las peores, entré en una crisis existencial; no quería regresar, pero tampoco me podía quedar. En parte por el dinero, ya no daba para más; además porque si no regresaba perdía la beca de Sapiencia con la que he podido cursar mi carrera profesional en el TdeA.
Cuando llegué a Bogotá me recibió mi papá, el encuentro fue muy normal. Yo no soy muy sentimental, o bueno puede ser que no lo demuestre. Solo lo abracé y le conté un poco de la experiencia; igual teníamos un mes para hacerlo, porque me iba a quedar con él en la ciudad hasta iniciar el próximo semestre y regresar a Medellín.
Para hacer un intercambio, solo cuenta la voluntad. El TdeA hace una muy buena gestión para hacer esto posible. Más es el miedo de uno, la experiencia es inigualable, sea en el país que sea. Siento a Argentina como mi segundo hogar, he sido un ciudadano del mundo. Así que, pilas pues, aprovechen y no dejen pasar las ofertas que la universidad les extiende. Espero que sean ustedes los próximos en contar esta historia, hasta acá les dejo el cuento, “boludos”.
La ñapa
El choque idiomático y cultural que uno experimenta es fenomenal. Ya les conté del beso que recibí de un hombre, es que ni mi papá lo había hecho jamás. Conocer de su vocabulario y sus costumbres ha sido lo más enriquecedor. A mis compañeras de la Universidad en Luján, como tenían nombres muy particulares, les decía monas; que sorpresa me llevé, cuando me dijeron que, en su jerga, mona era usado para llamar a alguien feo y desarreglado. Recuerdo, también, con gracia la primera vez que me invitaron a morfar, pensé sinceramente que se trataba de algo ilegal, pero solo querían ir a comer. Así como estas, muchas otras pasé de las que no entendía ni jota y ellos en repetidas ocasiones tampoco me entendían a mí. Al final todo fue muy gratificante, como dije, aunque iba a cursar un semestre, no les niego que mis oscuras intenciones eran conocer los lugares, las personas y su cultura.
Living in Argentina: a Complete Madness
The two hours while waiting at the airport were terrible, I remembered everything I experienced in my stay in Argentina, and I did not want to return to Colombia. This was perhaps one of the biggest shocks I've ever had in my life.
The Jump Start
It was the end of May 2019 when I was notified, as a TdeA student, of the approval of my academic internship at the Universidad Nacional de Luján in Argentina. My first thought was, "God, where am I going to get enough money to do it?" I ran to tell the news to my parents, and they decided to finance the trip. I also had the fortune of being awarded a scholarship by both universities to cover the costs of travel and stay in the country.
The flight was scheduled for the evening of August 7. You can't imagine the longing and anxiety I had as I counted each day. After boarding, my hands were sweating and cold, it was the second time I rode a plane, but this time on a journey of about four and a half hours. I tried to calm down to such an extent that I fell asleep, I just remember that when I opened my eyes, we had already arrived at the Buenos Aires International Airport. I took my suitcase and went out to find, as happens in the movies, the people who were waiting for me holding a sign in their hands.
Facing the world
From the airport to the house, it took about an hour. I never imagined that when I arrived, they would stamp a kiss on my face, much less that it would be from the owner of the place; I blushed, laughed and I understood that at that moment a whole adventure began that to such an extent I had not conceived. The stay in the house was by rooms, each one had multiple amenities inside it. We were sharing with exchange students from Colombia, Mexico, Brazil, Spain, Portugal and Japan. You can already imagine the complexity of the adaptation to the common spaces, although as I mentioned, each one had its own place in the room. The most complex thing was that many of them did not speak Spanish, I thanked God that I master English well, otherwise I would have had to make signals to them, that would have been very funny. I know that during the time we were there we shared the table with the typical dishes of each country, the only thing I remember are the funny faces that each one made.
In college everything went well, I almost failed a course, but in the end, I passed it. The methodology there is complex, since the evaluation is carried out through two exams that add for the final grade, since no follow-up notes are taken during the semester as here. What about teachers?... They are very close to the student, as they share food, transportation, unusual conversations, among many other things. The classmates were also very close, on all occasions they wanted to know first-hand the lifestyles outside their native country. More than academics, I quite enjoyed this thing I mentioned. The semester ended in November.
December was a wonderful month, as I had more free time, I took the opportunity to tour the city. I felt like an ant in the middle of such places, surely everything I lived there changed my life. I even traveled to Brazil, Uruguay and Paraguay before returning to Colombia, do not think I am a millionaire, but traveling by plane from Argentina is very cheap, cheaper than in a bondi -that is, the bus-.
Really everything there is inexpensive, it may be because of the devaluation of currency. Milk, for example, cost 35 pesos, or about 1,200 Colombian pesos. That was difficult for me, the conversion of the currency was a headache, I just have to say that I showed the sellers the money I had and they took what the product or service was supposed to cost, then if they stole me I was not even aware of it. In terms of gastronomy, I do not have much to highlight, Colombia has a great variety in its meals; It is typical in Argentina Italian food, even the names of them have that origin, it is a country sincerely very European style. Although I do not know Europe, I make the clarification.
Nothing lasts forever
The return to Colombia was in the morning of December 27, it was the saddest thing for me. All the illusions and longings that I carried at the beginning of the journey came to an end. The two hours while waiting at the airport were the worst, I fell to an existential crisis; I didn't want to go back, but I couldn't stay either. Partly because of the money, I had no more; also because if I did not return I would have lost the Sapiencia scholarship with which I have been able to study my professional career at the TdeA.
When I arrived in Bogotá I was greeted by my dad, the meeting was very normal. I'm not very sentimental, or well I may not show it. I just hugged him and told him a little bit about the experience; we still had a month to do it, because I was going to stay with him in the city until I started the next semester and returned to Medellín.
To make an exchange, only the will counts. The TdeA does a very good management to make this possible. I think it is because you are cold feet, the experience is unmatched, whatever country it is. I feel Argentina as my second home, I have been a citizen of the world. So, hear my voice, take the opportunity, and do not miss the offers that the university extends to you. I hope you are the next to tell this story, so far, this is my story, "boludos" (peeps).
Final tip
The idiomatic and cultural shock one experiences is phenomenal. I already told you about the kiss I received from a man, not even my dad has done it. Knowing their vocabulary and customs has been the most enriching. To my classmates from the University in Luján, as they had very particular names, I called them “monas”; what a surprise I was, when I was told that, in their jargon, “mona” was used to call someone ugly and messy. I remember, too, gracefully the first time I was invited to “morfar”, I sincerely thought it was something illegal, but they just wanted to go and eat. As well as these, many others I did not understand a word and they repeatedly did not understand me either. In the end, everything was very rewarding, as I said, although I was going to study a semester, I do not deny that my dark intentions were to know the places, the people and their culture.