Juliana Rosero Cuesta, especialista en prevención y atención de desastres del TdeA, docente de la Facultad de Ingeniería y Mónica María Mesa Escobar, periodista Tecnológico de Antioquia.
Vivimos en medio de la incertidumbre y, aunque siempre hayamos estado frente a momentos o eventualidades inciertas, el Covid - 19 toma al mundo por sorpresa y hace más difícil que sea asimilado por las poblaciones y, por ende, afecta el desarrollo de estrategias para frenar esta crisis mundial.
Esta situación ha comenzado a generar diversas afectaciones en todos los niveles; por ejemplo, en el orden económico, pérdidas de empleo, cambios en la dinámica laboral e inseguridad alimentaria, donde el consumo se ha reducido a lo esencial para “aguantar” esta pandemia, lo que conlleva a una mayor presión en lo social, psicológica y familiar. Asistimos, entonces, a una cadena de eventos, donde el más vulnerable será quien sufra las mayores afectaciones.
Por tal razón, es necesario ser conscientes de la realidad actual con el fin de hallar estrategias que ayuden a mitigar la mayor cantidad de impactos y disminuir nuestra vulnerabilidad, tratando de reducir aquellos eventos donde tenemos injerencia directa, como es incrementar la consciencia con respecto a realizar una adecuada disposición de los residuos sólidos y líquidos; velar por el cuidado de las laderas aledañas al hogar para evitar la ocurrencia de movimientos en masa; estar atentos a cambios en las condiciones de ríos y quebradas frente a eventuales inundaciones; velar por las zonas de vegetación frente a incendios forestales, vigilar la seguridad del hogar con el fin de evitar daños estructurales; tener precaución frente a diversos accidentes en el ámbito familiar; conocer los números de emergencia cercanos y mantener buenas prácticas saludables.
Teniendo en cuenta lo anterior, es necesario aprovechar este momento difícil a nivel mundial, nacional y local, que afectará nuestras relaciones y nuestra forma de ver y entender las dinámicas propias del ser humano y su dependencia con el entorno e indagar desde la academia, la proyección de proyectos a mediano y largo plazo, que ayuden a implementar acciones en pro de la recuperación post pandemia, aprovechando esta brecha abierta, a partir de la generación de nuevas habilidades y destrezas que le apunten a un desarrollo sostenible.
Estamos tomando conciencia de lo realmente importante, aprendiendo a valorar nuestra tierra, nuestros productos, nuestra cultura, mirando y reconociendo hacia adentro de nuestra sociedad, las fortalezas de cada ser. Es allí cuando esta enfermedad nos invita a continuar creciendo y progresando en la academia, con el fin de comenzar a dar grandes aportes y cambios a nuestra sociedad.
En este sentido los retos de la educación superior son grandes, se prenden las alarmas frente al uso de las TIC y su utilidad en momentos cruciales. Lo más importante será aceptar la necesidad de adentrarnos en el mundo digital sin miedo,
romper las barreras que nos impiden ingresar al ciberespacio, el cual nos ofrece posibilidades infinitas para comunicarnos, aprender, desaprender y capacitarnos en las diferentes áreas de estudio a los que deseemos acceder.
Los desafíos estarán centrados en cambiar las formas de relacionarnos y hacer que el computador, la internet, las redes sociales, las plataformas, los programas, se conviertan en nuestros aliados en la adquisición de saberes no solo en lo académico sino en temas relacionados con la salud y bienestar en el trabajo, en la enseñanza aprendizaje. Tendremos que emplear toda nuestra experticia para demostrar de lo que somos capaces pues la creatividad deberá desbordar nuestras actividades y acciones diarias.
No es un camino fácil, pero si atrayente, que nos permitirá traspasar los hilos de la innovación, recreando nuestra imaginación y activando la disciplina en casa, organizando el tiempo que a veces desperdiciamos y generando lazos de amistad para ayudarnos mutuamente desde el trabajo en equipo, la comunicación asertiva y la interactividad consciente en la ejecución de grandes empresas y propósitos que exigen una visión holística y sinérgica en pro de las metas y proyectos por realizar.
Será la oportunidad para conocernos más, aunque estemos lejos, de acercarnos a nuestros seres queridos, amigos, compañeros de trabajo y construir entre todos métodos y procesos que nos lleven a ser mejores seres humanos. De estar unidos para generar alianzas estratégicas de acuerdo a los conocimientos, habilidades y dones que cada uno tiene, de valorar lo que somos como comunidad para mejorar el planeta y restaurarnos a nosotros mismos dejando a un lado el egoísmo, el individualismo y la competencia y, en cambio, persiguiendo el bien común, como elemento determinante en la realización de proyectos tendientes a despertar como colectividad en la solidaridad, la fraternidad y el desarrollo social.
Es verdad que no estamos solos, nos enlaza el mismo sueño, la esperanza, el anhelo, la ilusión de estar nuevamente juntos, pero renovados, en una sociedad del riesgo que constantemente nos reta a vivir pese a las adversidades y situaciones difíciles. No estamos solos porque ese sueño se materializa hoy más que nunca en la búsqueda del amor y la realización integral de hombres revestidos de coraje para darse a los demás gracias a su ímpetu para querer mejorar el mundo, imponerse obligaciones y su capacidad de amar.
Y ese trayecto incesante que implica el hecho de estar vivos nos lleva a un despertar profundo frente a un virus que abre los ojos al mundo y nos invita a perseguir el sueño de unirnos para hacernos más fuertes y decididos en la transformación de la humanidad y el espacio que habitamos.
El TdeA un espacio para la reflexión de los grandes temas mundiales, un lugar para reencontrarnos y estrechar los lazos de amistad que nos brinda la academia en pro de la Educación superior.