Nelson Enrique Gil Patiño, un ser humano capaz de donar su propia vida al estudio del medio ambiente

Cuando me hablaron de este Biólogo, de lo que hacía y su amor por la naturaleza, no dude ni un solo instante en acercarme a él y conocer de primera mano su quehacer profesional y su trayectoria laboral. “El Espíritu de los Humedales”, fue el tema de su exposición en el canal de Youtube que transmitió el Tecnológico de Antioquia para mostrar el trabajo de un ser humano capaz de donar su propia existencia al estudio de este tipo de ecosistemas y, de incorporarse a ellos, en ese afán casi innato de dar sentido y significado a esas hebras invisibles que tejen la vida en toda su espesura.

Entonces alisté las preguntas que tenía reservadas para la entrevista, pero su sencillez y simpatía me hicieron desistir y simplemente iniciamos juntos una conversación que fue fluyendo con el paso del tiempo, sin afanes ni premuras, al compás de las cosas fundamentales que mentalmente fueron apareciendo en su justa medida.


De manera presencial acordamos que se haría el encuentro y así fue. Al abrigo de una mesa y dos sillas puestas a disposición para los dos en el Centro Comercial Florida, se dió inicio al diálogo con Nelson Enrique Gil Patiño, Biólogo M. Sc. Bosques y Conservación Ambiental de la Universidad Nacional de Colombia –Sede Medellín, quien nos compartió por unos cuantos minutos su historia de vida, la participación en la creación del SILAP en el municipio de Campamento, su paso por el TdeA como docente, su experiencia en el tema de los humedales, el papel de la academia en la resignificación y proyección del medio ambiente y algunos aspectos de su vida familiar.


¿Quién es Nelson Gil Patiño?


Nelson se caracteriza por ser una persona promovida por los procesos sociales a todo momento. Nació en Manrique, un barrio popular de Medellín, y desde que estaba jovencito le llamó mucho la atención lo natural. “Fue por un tío de mi mamá llamado Gabriel García, que me interesé en este campo del saber cuándo me hacía a los pies de él, a escuchar fabulosas historias de los ríos, bosques, animales y espantos, además de lo que pasaba en Colombia por los años 30 al 50, de la violencia y de asuntos que para un niño eran muy difíciles de interpretar. Pero a medida que fui creciendo, leyendo y pensando, fantaseaba con recorrer todo el país a partir de la biología y la ecología, gozando ese imaginario que mi tío infundó en mí. Y eso, que viví en mi entorno familiar, tuvo una influencia muy fuerte en mi vida, porque ese sueño que me forjé se me ha cumplido. He conocido muchas personas, sitios, bosques, ríos, ciénagas, aves, delfines; muchas formas de ver el mundo; muchos tipos de comidas, música, cosmogonías y eso ha enriquecido mi mente para poder empezar a plantear este tipo de pensamiento que tengo ahora hacia el mundo y su relación con el medio ambiente”.


Claudia Amelia Gómez, es su esposa. Una mujer hermosa, “hada de las aguas”, quien lo ha apoyado en todo momento. De ella también ha aprendido muchísimo, sintiendo un apoyo incondicional en su trabajo y su vida en general. Su labor la lleva a cabo con pasión, por eso, nunca ha estado por ganar mucho dinero, sino por ser feliz en lo que hace y que la gente que esté a su lado, igualmente lo sea en lo que hace.


Experiencia en el Tecnológico de Antioquia y su coordinación en el SILAP


La mayor parte de su experiencia laboral ha estado enfocada al estudio y restauración de humedales y aunque ha trabajado como docente se ha centrado principalmente en recorrer la preciosa geografía de Colombia. En el TdeA estuvo enseñando un tiempo hacia el 2005, cuando no había tantas edificaciones y apenas era una pequeña Institución; así mismo estuvo en el grupo de investigación Integra con los profesores Jorge Montoya y Sergio Arango, cuando la Institución Universitaria todavía no había crecido tanto. Actualmente, coordina la etapa de planificación y reglamentación para crear el Sistema Local de Áreas Protegidas-SILAP del municipio de Campamento, Antioquia.


“Por la invitación del Decano de Ingeniería, Andrés Montoya Rendón, compañero de andanzas en los humedales del Magdalena Medio, gran soñador de un Ambiente Natural, se está tratando de originar este SILAP y ha sido una experiencia muy positiva por ese trabajo mancomunado entre el arte, lo social y la investigación biológica, apoyados, eso sí, especialmente en procesos lúdicos. A través de la alegría, amistad y el juego se ha estimulado el hemisferio derecho del cerebro, del arte, los cuales permiten que la gente pueda entender qué es biodiversidad, conservación, protección y conectividad. Su importancia radica en poder generar para el municipio de Campamento un sistema de áreas protegidas. Ha sido muy grata la experiencia porque los resultados son muy positivos, pues las personas han entendido que es Biodiversidad en el contexto de su territorio y se han querido vincular a ese proceso como tal”, explica Gil Patiño.


El proceso de Campamento empezó en diciembre de 2020, con un equipo fabuloso, conformado por Sandra Noreña, Juan Camilo Hinestroza, Alexander Rivera, Ana María Rúa y María Fernanda Arboleda, estas dos últimas, oriundas de Campamento. Este equipo, asimiló de forma extraordinaria la lúdica de las ciencias, de tal forma que se ha integrado a las realidades sociales de la comunidad, aportando desde sus capacidades profesionales en fauna silvestre, flora, ecosistemas acuáticos, sistemas de información geográfica y desde la perspectiva social. El proceso se encuentra en una etapa de sensibilización para implementar el SILAP.


“Se perfilan varios humedales a ser restaurados, entre otros el Río Nechí, El Río San José, la Quebrada San Luciano y el Río San Pablo; en la misma forma van a ser objeto de protección el Cerro el Chimborazo, unidos a ciertos bosques que están en las veredas La Luz, La Quiebra, La Polka, Quebrada Negra, Llanadas y La Frisolera. La gente quiere que esos fragmentos de bosques y la fauna allí presente, con toda esa biodiversidad se conserve, como también, ellos sean capaces de administrarla. Es empezar a visibilizar esos espacios que están escondidos o que no se muestran y que la población conozca los Valores Objeto de Conservación. También es importante que los pobladores le cojan cariño a todos esos conocimientos que se les llevan y que requiere el campo”, comenta el Biólogo.


Su visión con respecto a los humedales


Cuenta que el tema de los humedales ha sido muy álgido, porque alrededor del mundo han sido considerados como estructuras del paisaje que retrasan el desarrollo de un país por ser zonas pantanosas, llena de mosquitos y propiciadores de enfermedades; pero dice que la gente no sabe, que, por el contrario, son zonas completamente productivas y generadoras de servicios ecosistémicos para la sociedad.


Define el humedal como una estructura funcional en el paisaje, con una huella digital única, impresa por la cultura de quienes lo habitan, enfatizando, que, dependiendo de este sello antrópico, se pueden generar muchas alternativas para quienes lo saben manejar, conservar, proteger o restaurar; o en su defecto lo condenan a desaparecer. Dice al respecto: “Lastimosamente en este país, por la escasa cultura ambiental, y de valoración de los humedales, se ciernen sobre ellos una serie de impactos y de no reconocimiento que, hasta el momento, han impedido darles el lugar que les corresponde y apreciar su valor para la fauna y flora y la supervivencia humana como estructuras ecológicas que pueden aportar a la adaptación del cambio climático”.


Agrega: “Necesitamos que el hombre con su cultura, su economía, su forma de pensar y sus distintos imaginarios se vincule a los ecosistemas. Algunos humedales en el país, especialmente los que están en la zona Pacífica, Amazonía y Caribe, muy pocos en la Andina, todavía subsisten como estructuras funcionales en el paisaje, porque hay culturas que han permitido en sus territorios su permanencia, como los indígenas y los negros”.

Situación actual de los humedales


Para Nelson los ríos que cruzan las grandes ciudades de Colombia están perdidos. Los ríos Magdalena, Cauca, Bogotá, Aburrá, Nechí, Sinú y San Jorge están totalmente contaminados, alterados y atropellados por una cultura que no ha sabido incorporarlos en su estructura ambiental. Por ejemplo, un gran humedal como La Mojana, formado por los ríos Cauca y San Jorge, ha sido transformado completamente, tanto, que, si se pensara en su restauración, ésta tardaría entre cientos a miles de años. En este sentido es vital, según él, que la academia se vincule a este tipo de problemáticas, donde los estudiantes de Ingeniería Ambiental combinen sus conocimientos teóricos con la práctica y se acerquen a ellos, con la misma pasión y vocación encarnada en él.


“La proyección y el desempeño que debe tener un profesional en el campo es fundamental, porque son semillas académicas que deben traducir todo ese conocimiento científico en el lenguaje de las culturas y las personas que están en los humedales. Una de las recomendaciones que yo le hago a la academia es que no se queden en el aula de clase. Hay que ir al campo, ver las realidades de las comunidades, relacionarse más con la gente. La lúdica, el arte, la expresión, pueden convertirse en una herramienta metodológica para el quehacer del Maestro, de la Universidad. Cuando se rompen esas distancias y vamos al lado derecho del cerebro, a las emociones, muy posiblemente la gente va a caer en la cuenta de que los ecosistemas hacen parte de nuestro corazón”, expresa el Magister en Boques y Conservación Ambiental.


Mensaje a las presentes y futuras generaciones


Hace un llamado de atención, alza una señal de alerta al subrayar que: “El Espíritu de los Humedales, es el espíritu del agua, de quien a todo momento nos está irrigando para poder tener un desarrollo viable y evolutivo en el tiempo para la sociedad. Si se pierde ese espíritu, se perderá la sociedad, así como se diluyen los humedales en estos momentos. La gente se está quedando seca. En muchas partes de la geografía colombiana los humedales están quedando marchitos. La gran parte del conglomerado de personas en el mundo todavía no entiende que estamos bajo un proceso de cambio climático y de calentamiento global. Los suelos y los ecosistemas están muy alterados. Es necesario empezar desde ahora, para que muchas generaciones hacia un futuro tengan la capacidad de responder a estos fenómenos, porque si desde la actualidad no se empieza a hacer nada, las mismas no van a persistir en el tiempo. Es necesario lograr la integración ser humano-naturaleza”.


Termina diciendo: “Hay que trabajar arduamente para propiciar una interculturalidad que permita confluir, hacia la persistencia de los Humedales como una estructura funcional en el paisaje, y con esto, que las poblaciones humanas allí presentes evolucionen ecológica y culturalmente. Es importante facilitar el diálogo entre generaciones, para que el ecosistema como tal, persista o pueda ser restaurado. Es una forma de darle viabilidad en el paisaje y en el tiempo. Quizás una mejor opción del humedal, por parte de esta sociedad cosmopolita, es pellizcando el lado derecho del cerebro donde están el corazón, las lágrimas y sacar esos pensamientos tan bonitos que la gente puede tener. Y eso es lo que hemos hecho y seguiremos intentando, es uno de los aspectos fundamentales de resaltar en nuestra labor. Hemos tocado el lado derecho en muchas sociedades, en muchas personas y han respondido favorablemente a este tipo de procesos. Porque cuando se tocan, cuando lloran, cuando ven que está faltando algo que no lo habían tenido en cuenta y le encuentran su valor, ahí es verdaderamente donde la sociedad va a construir algo positivo alrededor de los humedales y de sus ecosistemas”.


Nuestro personaje de hoy piensa seguir recorriendo el mundo a través de la biología y la ecología, aportando desde su conocimiento y la experiencia adquirida, valores humanos para cambiar y transformar un poco el entorno, desde la sensibilidad y la relación medio ambiente y cultura; así como detallar en varios escritos su paso por la tierra, como el conocimiento adquirido de la correlación con los lugares y los seres que halló y sintió en su trasegar por el mundo mágico de los humedales y ecosistemas. Dedica su vida a Julio y Teresa, por darle la oportunidad de ser útil y pensante, así como a la sociedad de imprimirle la sabiduría para transmitir el conocimiento.


Nelson E. Gil Patiño, un ser humano que nos inunda de sabiduría y consciencia ambiental.

Mónica Mesa Escobar
Comunicadora Social-Periodista